lunes, 18 de mayo de 2009

NO LLUEVE, ES EL LLANTO DE LOS HINCHAS


CASO I

Un día en “La Colonial” me contó esta historia y la relató así:

Aunque no lo creas pasé por un club importante, siempre tuve el sueño de ser jugador de primera, pero no lo cumplí. A mi viejo le hubiese gustado mucho verme vestir la camiseta de algún equipo grande, me desviví por hacerlo pero no pude, al menos conseguí entrar en las inferiores, eso fue lo máximo que logré.

Toda mi infancia vestí la casaca del equipo del pueblo, a medida que fui creciendo me hice algunas pruebas en diferentes ciudades cercanas a mi lugar de origen. En todas me fue bastante bien, pero siempre me faltaban diez para el mango.

Un día se me dio y me eligieron, la gasté, la rompí, jugué como los dioses… después de gambetear varios muñecos metí dos centros a la cabeza de un entrerriano que era gigante, y así le ganamos dos a cero al equipo titular del club.

Mi papá me decía que mis habilidades eran dos: la garra y mi voz de mando. Nunca fui demasiado virtuoso en la gambeta y tampoco era distinguido en la marca, sin embargo creo que podría haber llegado a primera, pero lo que me cagó fue la cabeza, era muy ciclotímico, bueno… ahora en la vida lo sigo siendo.

Pasé la prueba y estuve dos años y pico en el club. Después mi mamá se enfermó y tuvo cáncer. Ahí volví, en realidad siempre lo cuento así: a los dos años de estar en el club mi vieja se enfermó, pero la verdad fue otra.

Antes que yo me hiciera la prueba mi vieja ya estaba jodida. Nunca lo acepté. Mi relato empezó con algo que no es real, pero creo que la única manera de superarlo va a ser diciendo la posta.

Desde el momento de mi prueba sentí miedo, pensé que a la vieja le iba a pasar algo y opté por irme. No pude quedarme. Durante esos dos años la culpa me fue carcomiendo poco a poco, tal como a mi pobre vieja le pasaba con su cuerpo culpa del cáncer. Un día no aguanté más y volví. Por suerte, una se me dio, con el paso del tiempo la vieja fue mejorando.

Estuve seis meses sin jugar. Un día volví a mi club natal, al picadito de mi barrio. Fue de noche y hacia mucho frío. Ya estaba oscuro pero aquella bandita inolvidable seguía pateando la caprichosa. No me resistí y con las orejas heladas me metí a perseguirla. En ese momento sentí rencor, bronca, desencuentros, tristezas, sufrimientos, pero un amor incomparable e indescriptible.

Puse en práctica las dos virtudes que mi viejo siempre me recalcó y organicé al grupito. Al tiempo todos nos fuimos a probar a mi ex – equipo. Les ganamos uno a cero a los titulares del club, otra vez más jugué de maravillas, hice el gol, fue en un día de lluvia con cancha embarrada, la clavé abajo junto al palo. Para esto mi viejo ya nos había abandonado, mi vieja ya estaba mejor, pero en el club nunca me perdonaron mi huida y no me dejaron volver.

Lloré, sufrí mucho, dejé el fútbol, sólo ahora vuelvo cada tanto a las canchas pero en situaciones en donde no tengo escape. En ocasiones, cuando me encuentro desorbitado, intento hacer jueguitos en el patio de casa, pero no me sale nada bien. Ahí me dejo de joder y vuelvo adentro. Las charlas de borrachos terminan así, sacando las penurias que hay adentro, pero que al menos con sollozos limpian por momentos la cabeza.


CASO II


Mirko:

Recién eras mayor de edad aunque en algunos diarios pusieron, por aquellos días, que tenías 22. .Tu mamá aclaró un par de veces que habías nacido el seis de junio del 78´, pero después siguieron poniendo mal tu partida de nacimiento y se cansó. En algunas cosas se equivocaron como que habías llegado a Argentina a los 5 años en lugar de a los 3, en que llegaste a San Lorenzo en el 90’ cuando lo hiciste en el 87’ y en que no habías ganado ningún título en tu carrera, cuando fuiste campeón 96/97 y 98/99 en reserva. Y quiero creer, que no fue sólo en todo eso en lo que se equivocaron, ya que agregaron que ibas a ser modelo, ¿Por qué nunca me lo contaste? Igual lo hubiese aceptado, como hacia con todo, siempre me terminabas comprando con una sonrisa o con alguna frase.

Tu hermana me dio una foto tuya con la Selección Juvenil, vos atrás la habías firmado “Con cariño para vos, Nona” ah, ya sabrás la noticia…, como la Nona esta ahí, me dijeron que la foto se quede conmigo, que así iba a poder estar cerca tuyo.

En realidad decidí escribirte porque Valentino, el novio de una amiga se fue a probar a San Lorenzo y quedó, ya de esto hace más de un año. Pero ahora se lesionó. “Ligamentos cruzados de la rodilla”, me dijo mi amiga. Obvio que no sabe lo nuestro, pero estaba muy mal por él, el chico cree que no va a volver a jugar o no va a poder recuperarse. Hace varios días que me lo contó, y no puedo parar de pensar en vos. Creí que iba a superarlo, empecé un tratamiento hace bastante, dos años y medio llevo, pero no puedo soportarlo. Me estaba empezando a sentir mejor, pero este pibe me recuerda mucho a vos. No tiene esa frescura tuya, claro, pero habla de las mismas cosas, tiene los mismos miedos, y lo peor de todo, es que lo tratan tan mal en tu club… como lo hacían con vos.

Nunca me voy a poder olvidar de vos… nunca voy a poder, nunca, aunque quiera. Tengo todavía la cicatriz del accidente que tuvimos la semana antes de que te fueras. El Palio quedó destrozado, era el primer auto que tenías. Poca gente sabe de eso, pero todos hablan de ese accidente como si conocieran las causas.

En tu familia tus viejos siguen juntos, se llevan mal, pero no se separaron. Hablé con tu mamá (mamá Ivana, como vos decías) y me dijo que lo hacen por tus hermanos. Tú hermana esta de novia con un pibe que es abogado y que la quiere mucho, y tu hermano después de lo que te pasó, todavía sigue sin querer agarrar una pelota ni mirar fútbol. No vio el mundial pasado, así que, le voy a pedir que el de ahora lo mire conmigo. Se que va a ser duro para él, pero cálculo que va a aceptar. El técnico ahora es José, claro que no es el mismo Pekerman que te llevó a vos a la selección, se lo nota apagado, la gente no lo quiere tanto como antes cuando los dirigía a ustedes. Bernardo sigue jugando afuera y volvió el otro día, fuimos a tomar un café y terminamos como era sabido hablando de vos. Te extraña mucho.

Ahora, el diario Olé cumple diez años, pero no ponen en sus ediciones anteriores la tapa en la que te tasaron los diez millones de dólares por encima de tu cabeza. En realidad estoy con bronca, se que no tuvieron mala intención ni nada, pero lo que más me duele de esa nota es que vos en el desarrollo, habías dicho estar loco de la vida.

Como te habrás dado cuenta, estuve buscando tus cosas…Esto te cansaste de repetirlo y figura en todos lados: "Mi abuela pasó las mil y una en la Segunda Guerra Mundial. Pero la más difícil de todas fue cuando se escapó de los alemanes escondiéndose bajo el agua y respirando a través de una pajita de plástico..." Y esto te lo copié de un artículo que leí hace algunos años en Página/12 y que encontré entre tus cosas: “Una de las fuentes inagotables de riqueza de ‘sponsors’, dirigentes de clubes y empresarios, son las nuevas promesas futbolísticas. Los dueños del fútbol necesitan que los jóvenes en cuestión triunfen rápidamente, porque han costado poco y se pueden vender por mucho.(…)Mirko Saric era parte de esos jóvenes de trayectoria ascendente y no soportó la exigencia de ser, sí o sí, un ‘triunfador’ en un equipo que, como en muchos otros del fútbol argentino, rinde culto a los ‘ganadores’. ¿Si realiza los controles clínicos, cardiológicos y odontológicos de los futbolistas, atinadamente, no habrá llegado la hora de agregar los controles psicológicos? (…) El capitalismo es una lacra que pudre todo lo que toca. El fútbol, no hay que olvidarlo nunca, es también un negocio capitalista”.

Te quiero, pero cada vez que intentó escribirte me hace mal. Por eso esto no lo tomes como una despedida, pero me voy a alejar por algún tiempo, es sólo una distancia hasta volverte a ver, además cada vez que voy a tu casa tu familia sufre, sé lo que me quieren, pero también sé que conmigo les llevó tu recuerdo. En seguida veo los ojos vidriosos de Ivana y no la quiero ver sufrir.

Daría cualquier cosa que tuviese para estar con vos un rato, pero… “todo no se puede” como vos me decías.

Muchos besos, Ana

Leandro Mata
(Agosto 2008)

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