
El corte de pelo pareciera ser el mismo en cada uno, algunos más a la moda que otros, pero manteniendo cierta disciplina en sus peinados, sus rostros prolijamente cuidados, su vestimenta está acorde más con una situación formal que con algo propio de la vida cotidiana.
Las mujeres parecen haber salido de la “Para ti”, pero lo de los muchachos es “fenomenal”, el celular es último modelo, viendo su ropa se sabe cuál es la marca que salió ayer y el saludo entre ellos no permite bajo ninguna circunstancia el beso. Que los labios rocen las mejillas ajenas de otro que tiene pito no se puede. Estamos en el 2008, por si alguien cree que el contexto es de otra época.
Es que la enseñanza pareciera ser entendida en ellos como algo que los desarrolla….claro, pero solo económicamente. En sus pautas morales y éticas no se considera demasiado importante buscar el sentido, sino más bien prefieren repetir y (permitiéndoles soplar), en el futuro vivir, solventar sus gustos, y “buenas costumbres” con el dinero que obtengan de su profesión.
Profesión que tiene sus ventajas y desventajas, sus puntos positivos y negativos, ¿cómo todo?, pero que a prior (prejuicio) parece que no van a salir mal parados.
En toda la descripción reciente estaba equivocado, también está el muchacho de zapatillas, jogging y remera. Al fondo, pero está.
Siendo el primer día de clase en la facultad de Ciencias Jurídicas no dudo en acercarme, en sentarme en el banco vacío que está al lado de él.
Saludo, trato de interactuar, no mucho pero al menos trato de no hacer de cuenta que hay un ficus. El flaco en su carta de presentación me tira sus datos personales como de memoria, pero después de que nos une el silencio, dispara que es hincha de Gimnasia.
En ese momento, y aún ahora sigo pensando igual, no veo que fuese al caso, pero remarca insistente que es socio de Gimnasia. “Soy socio, socio de Gimnasia, mi viejo me hizo socio ni bien nací”.
Antes de que el flaco sacase el carnet para confirmar su historia, aparece un tipo de traje, corbata, pelo engominado, zapatos que brillaban producto de haber sido lustrados con ímpetu, aunque seguramente (y vuelvo a ser prejuicioso) no por él.
El fulano se sienta y empieza a hablar, dale que dale, parecía que después de su mecánica entrada había arrancado, puesto “on”, y ahora era una maquinita que no paraba.
Seguía a mismo tono y ritmo, sin pausa, sin mover la vista, y uno ante todo eso se perdía viendo si el tipo, al menos, podía parpadear, si era humano o un robot.
En eso me percato que al lado mío, había cientos de hombres electrónicos apuntando sobre un cuaderno cada cosa que salía de la boca del tipo que usaba una corbata azul con algunos garabatos que, desde mi lugar, no llegaba a distinguir.
Hacia mi derecha había un cuaderno de cuero y un prototipo de personaje que se parecía a los cientos que estaban en la sala, pero a mi izquierda lo tenía al lobo con el escudo de Gimnasia, ante todo este escenario era imposible prestar atención. Pero el tripero me trajo a la realidad cuando me dijo: “¿y vos no escribís nada?”. Lo mire y le dije que no, que lo iba a escuchar haber qué decía. Y por ahí después…
Lo escucho, atiendo y el traje y la corbata que me revolea uno de sus zapatazos lustrados “Nuestra civilización ha creado increíbles recursos para reemplazar el esfuerzo: técnicas psicológicas, terapias, mimos del inconsciente, éticas permisivas que desculpabilizan casi todo, aparatos y drogas cotidianas que disminuyen o eliminan el dolor, la fatiga, la depresión y la tristeza”.
El tipo estaba tratando de dar un mensaje a la juventud, a los que estaban ahí, a los presentes, inclusive hasta se podría decir que los alentaba, no sé si sus intenciones serían “buenas”, o no, aunque ya no sé muy bien qué es lo bueno y lo malo, pero al menos, quizás era realmente honesto y fiel a su pensamiento, en una de esas era un discurso propio y elaborado, o no. Quizás no, por ahí se lo había apropiado a alguien y ahora lo repetía. Siendo reiteradamente prejuicioso, me quedo con esto último.
Pero lo que me impactó fue lo de mimos del inconsciente, como si fuese ilegal, como si encima de todo lo que nos pasa, tenemos que obstinadamente ser fuertes a lo que venga, como si el mensaje fuese “dale eh, no te flageles maricón”. Y después se ve que el tipo nunca hizo terapia, porque si para reemplazar el esfuerzo se usan técnicas psicológicas sería una boludez esto de estar angustiado.
Pero bueno, no cansado, y al mismo ritmo que empezó, seguía, y encima la gente apuntaba, “En el horizonte inmediato, la idea del hombre enfermo o desvalido gana espacio y se convierte en un arquetipo contemporáneo de mayor vigencia que los tradicionales: el héroe, el sabio, el santo, el político, el empresario, el trabajador, el técnico, el inteligente”.
Ya para este momento no había dudas, el tipo buscaba al hombre fuerte, no quería a un sonso que se aflija, no quería un tipo con sentimientos, ese no sirve, ese no vale nada, ese es una mierda, una mierda pura, de las más grandes inmundicias y males de nuestra sociedad.
Ahora…, ¿cuál es el héroe en estos días?, para Clarín es Carrizo o Riquelme, para el diario El Día es Verón, o vaya a saber quién, para la televisión Tinelli y sus discípulos que integran patinando, bailando, garchando, y tirándose pedos por un sueño.
El sabio…, cuál, dónde quedó, el último de este país fue Favaloro, pero para este tipo no sirve, si se terminó pegando un tiro. Y el Santo…, el único es Biasatti y festejó con María Laura Santillán que se cayera un Ministro de Economía, un ministro que era joven, que devolvía la ilusión de las promesas, que les retenía a los que abundaban en la arrogancia.
El político…, (dudo que pueda decir Eva Perón, parecía que el sexo femenino en su cabeza estaba descartado) el último fue el fusil del “Che”, por ahí el subcomandante Marcos, pero no sé, y no sé, porque entre la duda y el pesimismo un tipo me habla de políticos, y después de empresarios. Lamentablemente no se me vienen a la cabeza los pequeños productores, no paro de pensar en lo que se llevaron, se llevan, y se llevarán el patrimonio nacional desde el exterior, y no paro de pensar en los vende patrias.
Claro, el docente este, llamémosle doctor porque así es como le gustan que les digan (será porque ellos curaran las injusticias de nuestra patria), acertó en algo, y mencionó también a los trabajadores.
Y sí, la verdad que ahí no hay nada que negarle, hay que darle la absoluta razón, hay tantos, cientos, miles, que trabajan y se ganan diariamente el mango, y no solamente el mango sino la dignidad. Aunque quedan afuera así, todos los desocupados, quizás, porque no queden trabajos sino porque haya tareas, y éstas sean indignas. Pero no por eso, dejan de pensar, sentir, sufrir, flagelarse, consumir, desagarrarse, “mariconear”.
Y sí, soy maricón, soy maricón y no me voy a cansar de decirlo, soy maricón, y se acabaron los referentes, después de escuchar a tipos como este, pienso que se cercenaron los caminos que seguir, las luchas que emprender, nos ganaron, nos acostaron, nos impusieron el sistema con todas sus aflicciones y no nos queda nada.
O tal vez sí, escuchar que un tipo te diga que, sustituís la búsqueda intelectual por el entretenimiento, y así, ya no te queda más remedio que mandarlo al carajo y decirle, loco, nos están rompiendo el culo, nos están imponiendo cómo tenemos que leer, a quién tenemos que leer, qué tenemos que escuchar, qué es cierto y qué no, qué es entretenimiento y qué mierda. Y no sé dónde está la búsqueda intelectual. O sí.
Y de última, si te jode la contestación, la otra postura, la otra campana, si te hincha las pelotas tanto que busquemos la felicidad por los caminos que podemos y nos abrimos, y no por los que “deben ser”, sino por los que son, viejo, jodete. Jodete, jodete por pelotudo.
Porque si sigo tus consejos, y veo como vos me “enseñas” que mi lengua se despoje de palabras y enriquezca mi silencio, me van a seguir rompiendo el orto, y encima de todo me van a censurar, y no voy a poder decir nada, me van a poner una mordaza en la boca, me van a recontra violar. Y después de todo esto, cómo no vamos a estar cansados.
Cuando me estaba yendo, cuando estaba parado agarrando las cosas, el final lo dejo en claro el preciado profesor de este sistema capitalista “A principios de la década del 90, recién se comprende la necesidad de que las relaciones internacionales dejen de caracterizarse por la falta de visión de conjunto. Se insinúa, así, la profundización de las grandes transformaciones estructurales, tanto en el terreno educativo como en el político y en el sociocultural”.
Sin más, y con la gota del pensamiento neoliberal, que adoptó la filosofía menemista, y se insertó en mentes de este tipo de personajes “educativos”, no nos queda otra alternativa que reconocer que el modelo ya está impuesto, y que es una hipocresía creernos exentos. Por eso, que al menos, se nos permita flagelarnos.
Antes de cerrar la puerta, miré al tripero. El loco no se resignó y no se fue, se quedó, tomó apuntes y siguió inmóvil.
Espero que los lea y se de cuenta que lo que dijo el profesor es mierda pura, espero que vuelva a la clase siguiente y plantee la discusión. Ojala lo haga, en una de esas tiene lugar, por ahí puede, tal vez, tal vez vuelva en la que viene y veo si lo ayudo a dar la discusión. Aunque por ahí me gane el pesimismo y la resignación.
Leandro Mata
(Septiembre 2008)
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