lunes, 18 de mayo de 2009

SOSPECHAS SOBRE EXPROPIACIÓN DE BEBÉ EN UNA CLÍNICA PRIVADA DE LA PLATA


Sucedió en octubre del año pasado en la clínica Mater Dei de esa ciudad. Una madre fue asistida y dio a luz a su quinto hijo. Tuvo un parto saludable, pero al nacer los doctores que asistieron la intervención argumentaron que el bebé tuvo un virus desconocido y murió. Los datos de la autopsia no coinciden con los de la libreta de nacimiento. Mientras tanto, Karina espera juntar los fondos para realizar el ADN y de ese modo obtener la identidad de su hijo.

Karina Potes y Ángel Guzmán son un matrimonio de La Plata que en octubre del año pasado tuvieron su quinto hijo, Gonzalo, con 36 semanas de gestación y con un peso de 2 kilos 300 gramos. Según la enfermera “nació sano, una lauchita hermosa”. Sin embargo, horas más tarde, le comunicaron que su hijo, inexplicablemente, había muerto.

La clínica privada Mater Dei, ubicada en calle 45 n° 915 entre 13 y 14 -donde se le practicó la cesárea- no establece claramente las causas del deceso. Si bien, científicamente por medio de la autopsia se estableció que el bebé fallece por un virus denominado hipoplasia de cavidades izquierdas, la realidad es que no se explica como el recién nacido que gozaba de una gestación saludable dentro del útero de su madre, y que protagonizó un parto envidiable, súbitamente experimentó un virus irreconocido y murió.

Con todo, y antes de someterse a su parto, Karina realizó una serie de chequeos: fue controlada regularmente, cumplió los estudios de rutina de gestación y el resultado no demostró anomalías en el desarrollo fetal.

En efecto. Karina, esperaba su fecha normal de parto para el 23 de noviembre, sin embargo, la doctora que la atendía, decidió adelantar la intervención para el 15 del mismo mes, bajo el argumento de que ya habían pasado 36 semanas y el bebé no presentaba problemas para nacer.

Más adelante, bajo el mismo pretexto, le volvieron a adelantar el parto para el 30 de octubre.

En consecuencia, ese día, en la clínica Mater Dei, con cesárea programada, el bebé nació cerca de las 11:20 horas de la mañana, sin ninguna complicación. Karina vio como le cortaban el cordón umbilical, lo alzaban y se lo llevaban a la sala de neonatología porque el bebé había nacido con distress. Por su parte, su padre, Ángel, no llegó a verlo por restricciones del cuerpo médico.

En tanto que el 31 del mismo mes, desde la clínica empezaron a repartir las libretas sanitarias de los nacidos ese día. A Karina le dan una, pero en la misma no figura ni las huellas plantales, ni el grupo y factor de sangre. El informe decía que pesaba 2,300 Kg., medía 45 centímetros y tenía 36 semanas de gestación: no tenía ningún problema de salud.

Al mediodía del 31, una doctora se hace presente en la habitación 403 -sala que ocupaba Karina- informándole que se prepare para amamantar a su hijo. Karina sube a neonatología y se topa con una pediatra que le comunica que a su hijo no lo puede amamantar porque tiene un virus desconocido, que su bebé se estaba muriendo, que tenía el corazón y el hígado agrandado, y que en ese momento le estaban haciendo transfusiones de sangre por que su cuadro había empeorado.

Alrededor de las 23:40 del 31 de octubre el supuesto bebé de Karina experimenta tres infartos y muere. Karina y Ángel piden la autopsia correspondiente. Desde la clínica, dicen que la misma no se puede hacer porque requería de trámites legales y una médica agrega: “entendé que el bebé murió de un virus”.

Luego de insistir, los médicos de la clínica acceden a realizar la autopsia con un patólogo del mismo establecimiento. El estudio revela que “muere de una hipoplasia de cavidades izquierdas”. En la ficha que da cuenta del resultado de la autopsia se especifica que el bebé es de sexo masculino, de dos días de vida, de 37 semanas, de 2,520 kg. y de 40 centímetros de estatura.

Los datos suministrados por la identificación realizada no coinciden con los registrados en la libreta sanitaria, y Gonzalo -en caso de haber muerto- nunca pudo haber llegado a tener dos días de vida. Además, en la misma ficha de la autopsia no figuran datos como la longitud plantal y las huellas digitales. No hay grupo y factor de ese cuerpo, como tampoco está la medicación que se le suministró, y no se reservaron muestras para ser analizadas.

Es prudente aclarar que la autopsia no se hizo en la clínica, sino a dos cuadras de ésta, en un garage particular de un doctor que figura como un centro perinatal. No obstante, en el lugar, no hay ninguna placa que lo identifique como tal. Por otra parte, el cuerpo es trasladado desde un auto particular al garage del patólogo, y sin la autorización previa de los padres -la ley estipula (ver aparte) que al tratarse de un menor de edad los padres tienen que firmar el consentimiento del traslado-.

Karina ese mismo 31 fue sacada de forma urgente del Mater Dei sin firmar el alta. Tampoco de la clínica explicaron porque un bebé con un test de Apgar -que indica el estado general del recién nacido después del parto- con valoración 9 y 10 puede morir súbitamente, cuando tales puntajes rozan la excelencia, dejando en claro que es prácticamente imposible que esto ocurra.

Desde octubre del año pasado Karina y Ángel buscan una respuesta racional y empírica que explique donde está su hijo. Cuando se acercan a la clínica, desde el Mater Dei les dicen que vayan a buscar la respuesta a la fiscalía Nº 5 donde descansa la causa que Karina denunció como “expropiación y sustitución de bebé”.

Los tiempos de la justicia son lentos, los de Karina y Ángel apremian en sus conciencias. Hay un cuerpo en el cementerio al que le llevan flores, y ni siquiera saben si les pertenece. Las respuestas no aparecen y su hijo aun es un misterio. La causa duerme en un cajón, mientras Karina, Ángel y sus cuatro hijos creen que Gonzalo está en otras manos, mientras las suyas están vacías, esperando abrazarlo.

La Ley en el cajón del olvido

La Ley Nacional 25929 de Derechos del Nacimiento, de carácter obligatorio y vigente en toda la República Argentina, tanto para instituciones públicas como privadas, desde noviembre del 2004, indica que toda mujer tiene derecho a ser protagonista de su parto, a ser considerada una persona sana, a decidir lo que necesita en cada momento, a ser informada de todo lo que ocurre, a ser respetada en su intimidad, y también destaca los derechos de todo recién nacido a ser tratado en forma respetuosa y digna, a no ser sometido a ningún examen o revisión cuyo propósito sea de investigación o docencia, salvo consentimiento manifestado por escrito de sus representantes legales y a la internación conjunta con su madre.

Es decir, que todos los padres tienen derecho a tener contacto directo con el bebé recién nacido, a no cortarse el cordón umbilical inmediatamente al parto, a tener el derecho a la identidad a través de las huellas digitales, y a informarles a los padres en caso de que el bebé perciba alguna anormalidad.

La habitación de al lado

Existe otro detalle interno que sucedió en la clínica y que trae serias sospechas. Karina estaba en la habitación 403 del Mater Dei. En la habitación 401 había una paciente que estaba internada unos días antes que ella.

En la 401 nació un bebé tres días antes que el de Karina, de sexo masculino, con una enfermedad muy complicada del corazón. Lo atendía la misma pediatra que le informó a Karina que su hijo tenía un una infección viral de desconocida evolución que se desarrolló de un momento a otro.

En tanto que durante la internación, en la habitación 401 no entraba ningún médico y estaba ocupada solamente por una pareja. La comida era recibida en la puerta por un acompañante que permanecía en el lugar y no ingresaba personal de limpieza, con la excepción de una sola enfermera que asistía de manera regular.

Cuando una de las compañeras de Karina en la habitación 403, le preguntó a dicha enfermera porque en la habitación 401 podía estar el marido de la parturienta sí en su habitación no se permitían compañías; ésta enfermera les comunicó que “el bebé de esa pareja estaba muy delicado y tenía una enfermedad en el corazón”, por lo tanto, la clínica había decidido hacer una excepción.

La familia de la habitación 401 se retiró el 31 de octubre a las 17.30 horas, justo en el mismo momento en que a Karina le daban la noticia de que su bebé pasaba de un estado óptimo a uno completamente delicado. Más tarde, Karina se enteraría que el bebé de la habitación 401 haría un proceso diferente al suyo, pasando de un estado sumamente delicado a uno completamente óptimo.

Karina, recuerda haber visto en las semanas previas a su parto, salir llorando del consultorio de su ginecóloga a la mujer que, tiempo más tarde, ocupó la habitación 401. Aparentemente, lloraba por que su bebé no tenía salvación. O quizás, sea ésta otra simple coincidencia.

Germán Uriarte
(Agosto 2008)

No hay comentarios:

Publicar un comentario