lunes, 18 de mayo de 2009

REVERTIR ACCIONES


He leído por ahí, una frase que remite básicamente a la justificación a cualquier precio. Según su autor (aunque lo siguiente cuente en base a mis interpretaciones) remite a dar una explicación ante un acto determinado, pero también este mismo sujeto, expresa que muchas veces, por no sentenciarlo a la horca y decir “siempre”, “lo hecho…hecho está”.

No puedo más que afirmar, que lo hecho… no está un carajo. Porque si consideraría esa afirmación, caería en la noción de que lo hecho está y vive inmerso en un pasado cerrado (“lo hecho, HECHO está”), por lo que elijo quedarme y creer (o al menos soñar) con que lo hecho está inmerso en una concepción de tiempo, en donde el pasado está abierto, ya que no todo en él ha sido realizado.

Según Benjamin, nuestro actual amigo (mañana puede ser el más acérrimo sujeto que se ha ganado nuestro desencanto, vislumbrando que en otro de sus textos dice algo que creamos inexacto sobre nuestro devenir) el pasado no está configurado sólo por los hechos, o sea, por lo “ya hecho”, sino también (y esto es la parte que más me gusta) por las semillas que quedaron dispersas, y que en su época no encontraron el terreno adecuado.

La cuestión es clara,”hay semillas que quedaron dispersas y en su época no encontraron el terreno adecuado”. Quiero dejar sentado con esto que no pienso avalar justificaciones de cualquier acto.

Por un lado, hay momentos, o llamémosle ocasiones en donde hay que justificar a cualquier precio, y no está mal, no sé si es lo correcto, lo noble, lo adecuado, pero puede ser que sea en pos de una causa justa, que necesitemos justificar lo que sea con tal de que “esa” bendita causa llegue a su puerto, se realicé, y obtengamos como equivalente un resultado que nos absuelva a posteriori de la “culpa” si es que existe o se asomó en algún momento.

Por otro lado, se necesita que “éste” pasado del que hablamos, en donde cometimos “ése hecho”, que para algunos remiten a que “ya está”, quede abierto, sólo así vive la ilusión. Hay quienes se pueden arrepentir de sus actos, otros podrán seguir firmes en su postura y tener tiempo de argumentarlas, o al menos, buscar excusas más calificadas; y también tendrán la posibilidad, aquellos que han cometido actos delictivos de sostener su calidad de impunes, y entonces podremos seguir odiándolos con una furia indescriptible e inexpresable de siempre.

Si nos dicen que no se arrepienten de habernos dejado, que ven que somos la misma basura de siempre, eso, primero, nos líquida moralmente, después, nos genera una sensación de angustia si no somos tan malos, pero finalmente, deja abierta la posibilidad, al menos, del arrepentimiento sobre aquello que en su momento no pudimos ver, y que hoy vislumbramos, y nos sirve para plantear un futuro (en la mayoría de la veces) que permita cambiar esa situación agria que la susodicha siente. Y así, al fin…redimirnos.

Pero claro, hasta acá hablamos de situaciones que ya cometimos y nos generan sinsabores. Pero también, hay otros hechos que forman parte de aquéllos que se han realizados siendo inapropiados.

¿Esas situaciones ya están o las podemos cambiar? Se pueden prolongar, proyectas, pueden inclusive encontrar nuevos terrenos. Pero acá corremos un riesgo, ya que muchas veces prolongar lo bueno no tiene un devenir adecuado. Generalmente la situación se vuelve inversamente proporcional.

Primero, porque si hiciste algo malo, está lógica tendría sentido para mejorar en el futuro, ahora…para qué cambiar algo que hicimos bien en un pasado.

Bueno…aquí básicamente caemos la mayoría de las veces en errores que nos vuelven, entre otras cosas, seres que involucionan.

Siempre que lo pienso nunca encuentro mejor ejemplo que este…Existió un día en que logramos sentirnos un poquito mejor que los ingleses, mientras pagábamos culpas propias, y soreteadas ajenas, fue un día…, una vez, en donde robar valió la pena, donde se convirtió en más que una causa justa, lo caratularon en el juzgado de la mejor manera que pudieron sintetizarlo… por una vez no fue “la mano en la lata”,… fue mano, pero la de dios.

Y digo que no hubo mejor manera, porque cada vez somos más los que creemos, primero, que dios no existe, y segundo, que sabiendo eso, todo se vuelve aún más inexplicable.

Fantástico que no existan respuestas, que no haya ni un dios, ni un científico, ni un juez que puedan decir nada al respecto. Algunos (los más ignorantes), podremos decir “que vivo, que pícaro”…pero todo esto se desvanece ante el arrepentimiento, “si volviera el tiempo atrás, no lo haría”. Sí, eso dijo el astro de la caprichosa, el mago de Oz de esa rebelde que él la vuelve apaciguada y tranquila, cómo que no lo harías. Dos veces tendrías que haberlo hecho, tres, todas las que hubieses podido, “pisalo, al rival…pisalo”. De eso, no te me arrepientas jamás.

Hay veces que nos arrepentimos cuando no es debido. ¿Alguien escuchó a Havelange arrepentirse de habernos cortado las piernas? Nadie. El tipo nos las puso a todos, nos durmió, nos acostó, nos dio carne por popa y nos la tuvimos que bancar. Por eso, cuando uno hace algo, inmediatamente o tiempo después, tampoco tiene que arrepentirse al pedo.

Si tu novia te dejó no le concedas todo, no te arrepientas del día que la dejaste y la pasaste bien, de la noche que tus amigos estaban mal y fuiste con ellos. Que no te importe lo que te haya dicho si le fuiste a hacer el aguante a los tuyos, por más que haya sido el día del aniversario, de lo enamorados o lo que fuera… no te arrepientas.

No te arrepientas si el pueblo te avaló, te bancó, te dio la mano. No te arrepientas si los escuchaste y les diste el gusto a aquellos que son los que van a estar en las buenas (y como cantan los Borrachos del Tablón) y en las malas mucho más. Por más que te pidan que hagas algo que sabés que no es lo mejor, no te arrepientas.

En conclusión, justificar a veces vale la pena, aunque sea a cualquier precio. En ocasiones, arrepentirse es malo, con los impunes que el pueblo los define como indeseables y siguen sosteniendo sus prácticas metódicas y teóricas nefastas, los seguiremos odiando y repudiando; con los que queremos y bancamos, muchas veces, nos duele que se arrepientan cuando no lo tienen que hacer, pero si de alguna manera u otra, “lo hecho…hecho está” nos sacan las esperanzas de pensar, imaginar, soñar que aún las cosas pueden ser distintas, que las podemos cambiar, revertir el partido que arrancó mal parido. Sino, nos roban la chance de poder pensar la otra historia, nos sacan el sueño. En fin, nos cortan las piernas. Otra vez no.

Leandro Mata
(Diciembre 2008)

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