
Suena un celular. No es el mío. Cicco saca un Nokia 1100 hecho pedazos. Habla con una periodista de Crítica sobre la sequía en la laguna de Lobos. Se para y se retira unos metros más allá de la mesa que compartimos. Sobre una mesa vecina, un grupo de personas lo mira con cierta rareza y comentan algo. Yo los miro de reojo y saco la conclusión de que si hay una persona que no aparenta ser como lo es, es justamente él. El mismo que dice que las celebridades nunca son lo que vemos por televisión. Cicco cumple esa regla a la perfección con la diferencia de que él, no es lo que leemos. Un tipo centrado al que cuesta imaginárselo inmerso en la demencia de sus crónicas.
Ya pasaron cuatro cervezas y algo más de una hora y media. Hay otro Cicco que es Emilio. Alguien que escribió anteriormente la biografía de Rodrigo y Cortazar. Dos trabajos de profunda investigación periodística que delatan la semilla del Border. Hay otro Cicco que es padre de una niña de 9 años, que desde hace 7 vive con él, que pasa por su segunda separación. Que reconoce que de chico tuvo cosas que las tendría que haber tenido de grande, que hace budismo zen, que sale a correr por Lobos y que disfruta del folclore y del campo. La persona detrás del personaje.
Una biografía sobre Cortázar implica tener una mirada más seria, ¿qué cosas crees que cambiaron desde esa etapa, desde ese libro a este último? Creo que ahí, en ese trabajo, hay algo de Border, de querer investigar al Cortazar de Bolívar, Mendoza y Chivilcoy y no al Cortazar escritor ¿No?
Ese lo escribí a los 20 años, hace más de 11 años. Era una buena historia, contar ese proceso en el que pasó de ser un tipo desconocido, lampiño, súper tímido a escribir los primeros cuentos de Bestiario y tomar la universidad de Cuyo, con todos los profesores. Esa transformación me parecía que era una historia buenísima, casi cinematográfica. Y lo hablé con otros periodistas y me fui a investigar, a hablar con los alumnos de él, algunos profesores de esa época estaban vivos, veía las pruebas que tomaba, las cosas que preguntaba.
Hice casi toda mi carrera en ese tiempo, porque casi había empezado a trabajar cuando escribí ese libro y fue un esfuerzo muy grande. Hay gente que le lleva mucho mas tiempo escribir un libro periodístico, y eso para mí, estuvo bueno. Yo veo el libro y es digno, eso si, hoy lo escribiría diferente, pero así estuvo bien.
Lo que tiene el Border, yo creo que en el de Cortazar y en el de Rodrigo todavía no se cumplen, sí en estas notas que aparecen acá (“Yo fui un porno star y otras crónicas de lujuria y demencia”) y en las que estoy tratando de hacer ahora. El tema de que si te podes involucrar te involucras, el tema de destruir a las celebridades, de destruir a la imagen pública de esa celebridad, no encontrarle el pelo en el culo al que no lo tiene, sino en destruir la imagen que todos tiene de él.
En una entrevista que te hicieron junto a Cucurto para el diario Perfil, decís que te aburren los escritores como Saer, que se toman treinta páginas para describir cómo fuma un hombre. En una columna de Hipercrítico destrozás a Aira porque se ofendió cuando publicaste una entrevista que le hiciste. ¿Tenés una especie de duelo con ellos?
Aira me pareció un tipo raro, demasiado venerado. Gente que está demasiada venerada, que no corresponde con su nivel y su calidad de trabajo, son como incuestionables. Lo mismo pasa con Saer. El laburo del periodista es cuestionar lo que no está cuestionado, ese es tu trabajo.
Si vos realmente crees que tal tipo no merece estar donde está, lo tenés que decir. Es un tipo que para mi no escribe bien, que nunca corrige sus libros, escribe y produce libros como metralleta, publica dos o tres por año, Leí sus libros que estaban considerados como los mejores “La cautiva” y “Los misterios de Rosario” y no me parecieron nada, no apuntaban a nada, pero no es que tenga un duelo personal, solamente le dije lo que me parecía.
Has entrevistado a varios asesinos y a otras personas procesadas por presuntos crímenes. También para contar el ambiente del porno, del boxeo o de la muerte te has puesto en la piel de los protagonistas ¿Cómo te preparas antes de ir hacia ellos?
Es la misma fórmula, por más que adelante tengas a quien sea. Es buscar quien es en realidad, detrás del asesino puede haber alguien que es muy gracioso, podes tener un tipo muy triste, pero siempre va haber algo nuevo, que no salió en los diarios nunca, ni en la tele. Cuando vos te sentás con alguien siempre descubrís algo nuevo. Yo no sé todas las imágenes que vos tendrías de mí, pero seguramente lo que estas descubriendo ahora, no es lo que vos esperabas, para bien o para mal, y así pasa con todos. No importa que sea un asesino, un santo, un famoso o un pobre. Siempre es distinto. Tal vez, el pobre la está pasando muy bien y el rico muy mal. Nunca sabes. Si vas predeterminado a algo, no vas a descubrir nada y lo mejor del periodismo es descubrir.
Eso es lo más maravilloso ir a una película porno y actuar, o enterrar un cuerpo en el cementerio y sentir eso, como te ven los familiares, estás con el uniforme y la gente nunca te mira, vos sos el enterrador y sos la muerte para ellos. Eso lo ves estando ahí, no te lo cuenta nadie. Lo ves viviéndolo.
Yo hablo de la diferencia entre conocimiento y saber. Conocimiento es lo que vos lees en un libro o lo que te cuentan otros y el saber es cuando vos lo vivís. El saber te queda para siempre, pero el conocimiento es prestado, lo leíste en un libro. Ahora cuando vos lo vivís nadie te lo va a discutir y saber es la mayor aspiración del periodista, te da una autoridad para escribir que es maravillosa.
Para ser superman necesitas ser Clark Kent, Superman por si sólo, no sale de Superman. Necesitas una transformación, si no está eso, te perdés. Si Superman viene a este bar y es Superman con la capa, se toma una cerveza, deja de ser Superman, pierde mucho el valor y si es Clark Kent todo el tiempo es un boludo, un oficinista. Necesitas conservar las dos cosas, la transformación para ir y venir. Yo puedo actuar en una película porno, porque acá soy Clark Kent. Es fundamental eso.
Hago cosas que no son normales. Sólo puedo mirar bien esas cosas que no son normales siendo normal o teniendo una vida más o menos normal. Si yo fuera actor porno todo el tiempo o me iría de orgías todo el tiempo, ir a ver una película porno no me parecería sorprendente, no la podría mirar bien porque estaría metido en eso.
Uno de los puntos del periodismo Border es el sentido de la no pertenencia. Si vos ya te sentís que pertenecés, ya perdés la objetividad. Yo nunca me sentí identificado con nada, por suerte para mi trabajo.
Hay notas donde vos entendés porque disfruta un actor porno o un enterrador, metiéndote en la piel de ellos.
El tema es cuando vos te crees ese personaje. Mirá, Charly decía “yo no quiero volverme tan loco”, como que él era consciente de que se podía volver loco, o en “De mi”, que decía que “no pienses que estoy loco es solo una manera de actuar”, pero bueno, te volviste loco, en un punto te volviste loco.
Yo lo que creo que está bueno, siempre es en un punto ser Superman y ser Clark Kent, para ser superman, necesitas a Clark Kent, vos necesitas un grado de normalidad. Yo no estoy loco, hago tal vez cosas muy locas pero tengo un grado de normalidad, que es lo que a mí me salva. Si yo todo el tiempo vengo acá , me pido un whisky, me ves con minas, no duraría mucho así, y no podría mirar bien porque estoy pegado, en la locura, yo tengo que salir de eso y más siendo periodista.
En tu libro decís que para conocer a fondo a las personas, hay que descubrir las tres áreas donde ésta satisface sus bajos instintos. Estamos en un bar, lejos de tu casa, pero supongo que la pregunta vale igual ¿Cómo es tu pieza, tu baño y que tenés en la heladera?
En la heladera prácticamente nada, la cama se la va a llevar mi ex dentro de poco y el baño es muy chico y módico, ni bañera tiene. Estoy alquilando una casa muy chica.
¿Cuál sería tu epitafio?
Emilio Fernández Cicco: El hombre que se salió con la suya.
Eran cerca de las 6 de la tarde, el hormigón detrás del ventanal ardía. Necesitaba ir al baño. Lo hice y a la vuelta cuando fui a pagar la cuenta, Cicco ya lo había hecho por mí. Terminó saliéndose con la suya, yo me había llevado una imagen completamente distinta a la que había consumido cuando leí sus crónicas y su libro.
Supongo que en las noches de luna llena, cuando cambia la piel y el instinto, se encierra a escribir y es la bestia con el olfato que ve y cuenta lo que otros prefieren esconder. Supongo que así será, aunque no pude conocer ni su casa, ni su baño, ni su heladera.
Germán Uriarte
(Febrero 2009)
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